Atmósfera tranquila, silenciosa, ambientada por el relajante sonido de una música armoniosa y dulce que hace trasladar los sentidos. Un pequeño universo rodeado de obras artísticas, envueltas por un fondo amarillento que nos recuerda a la arena de la playa. Una playa en la que el mar pintado sobre papel rompe sus olas y deja al descubierto varios pinceles y una bandeja de acuarelas.
Tras una de las puertas de la estancia, situada en una pequeña calle próxima a la Plaza Monumental de las Ventas, un pequeño retrato, sin un lugar destacado, casi escondido. Como artista que pone la firma a su obra, podemos apreciar que, aunque algo más joven, el retrato coincide con el rostro de Juan Díaz Almagro, pintor, como prefiere que le llamen, en lugar de acuarelista, natural de El Real de San Vicente y afincado actualmente en la capital española.
Inconformista y decidido, vivaz y a la vez delicado, pintor y amante de la poesía. Un serrano que ha conseguido extender su obra más allá de las fronteras del territorio español y hacer crecer el arte de la acuarela en España hasta el punto de despojarla de su calificativo de ‘hermana menor’ en la pintura.
En el año en que se cumple el cuarenta aniversario desde que este pintor de amplia sonrisa y cabello color ceniza realizase su primera exposición, allá por el año 1972, cuenta con un amplio número de galardones y reconocimientos que dan fe del valor de sus obras. Entre sus mayores logros cabe destacar el Premio Nacional de Acuarela, que consiguió a principio de la década de los noventa. Además, tres años más tarde, la ciudad de Talavera le nombra ‘Cerdán de Oro’, en reconocimiento a su trayectoria artística en la localidad.
Enamorado del mar y de sus raíces, ha demostrado saber abordar ambas cosas en su obra. Así lo demuestra una acuarela que realizó en El Piélago y que le compraron en Castellón pensando que se trataba de una vista del mar. Resulta curioso el caso si analizamos el significado de la palabra piélago como sitio desde el que se ve el mar.
Y es que este serrano que piensa que la mejor obra es la que está por hacer lleva sus raíces en la sangre. Allá por donde ‘sale a pasear’, según denomina a su manera de viajar, siempre tiene muy presente de donde procede.
Cuando tiene ocasión, no pierde la oportunidad para dar un paseo hasta su casa de Santander, eso sí, acompañado de sus acuarelas. En este lugar, tan característico por los numerosos piélagos que hay y por tener un supermercado con el mismo nombre que el arroyo realeño de El Alisar, Juan Díaz recrea con el pincel lo que la vista y la imaginación le permiten.
En su antro de artista en la capital madrileña está Juan Díaz, apegado a su cajetilla de tabaco y su mechero negro. El humo que desprenden sus caladas se expande por un espacio que invita a la mente a acompañarle en sus paseos, paseos que han quedado marcados en el papel y que han formado un camino hecho de acuarelas.
Tras una de las puertas de la estancia, situada en una pequeña calle próxima a la Plaza Monumental de las Ventas, un pequeño retrato, sin un lugar destacado, casi escondido. Como artista que pone la firma a su obra, podemos apreciar que, aunque algo más joven, el retrato coincide con el rostro de Juan Díaz Almagro, pintor, como prefiere que le llamen, en lugar de acuarelista, natural de El Real de San Vicente y afincado actualmente en la capital española.
Inconformista y decidido, vivaz y a la vez delicado, pintor y amante de la poesía. Un serrano que ha conseguido extender su obra más allá de las fronteras del territorio español y hacer crecer el arte de la acuarela en España hasta el punto de despojarla de su calificativo de ‘hermana menor’ en la pintura.
En el año en que se cumple el cuarenta aniversario desde que este pintor de amplia sonrisa y cabello color ceniza realizase su primera exposición, allá por el año 1972, cuenta con un amplio número de galardones y reconocimientos que dan fe del valor de sus obras. Entre sus mayores logros cabe destacar el Premio Nacional de Acuarela, que consiguió a principio de la década de los noventa. Además, tres años más tarde, la ciudad de Talavera le nombra ‘Cerdán de Oro’, en reconocimiento a su trayectoria artística en la localidad.
Enamorado del mar y de sus raíces, ha demostrado saber abordar ambas cosas en su obra. Así lo demuestra una acuarela que realizó en El Piélago y que le compraron en Castellón pensando que se trataba de una vista del mar. Resulta curioso el caso si analizamos el significado de la palabra piélago como sitio desde el que se ve el mar.
Y es que este serrano que piensa que la mejor obra es la que está por hacer lleva sus raíces en la sangre. Allá por donde ‘sale a pasear’, según denomina a su manera de viajar, siempre tiene muy presente de donde procede.
Cuando tiene ocasión, no pierde la oportunidad para dar un paseo hasta su casa de Santander, eso sí, acompañado de sus acuarelas. En este lugar, tan característico por los numerosos piélagos que hay y por tener un supermercado con el mismo nombre que el arroyo realeño de El Alisar, Juan Díaz recrea con el pincel lo que la vista y la imaginación le permiten.
En su antro de artista en la capital madrileña está Juan Díaz, apegado a su cajetilla de tabaco y su mechero negro. El humo que desprenden sus caladas se expande por un espacio que invita a la mente a acompañarle en sus paseos, paseos que han quedado marcados en el papel y que han formado un camino hecho de acuarelas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario