Casi trece años les ha costado ‘hacerse oír’ en la
sociedad y conseguir influir en las instituciones con una máxima: el derecho a
la vida. Desde la organización que preside el abogado Ignacio Arsuaga se
muestran satisfechos con el anteproyecto para la reforma de la ley del aborto
presentado por el Gobierno, aunque con algunos matices.
La concesión de esta ley ha sembrado la ilusión y la
esperanza en ‘Hazte Oir’, que ansían con insistencia que pasen los meses de
gestación necesarios para que vea la luz. En el punto opuesto, están las
críticas y los que consideran que su implantación supondrá un retroceso. Para
ellos, la reforma debe ser abortada de su tramitación. ¿Aborto o vida? En medio
del debate entre las partes, crece este ‘pequeño’ para cumplir una promesa
electoral.
¿Qué valoración hacen desde ‘Hazte Oir’ del
anteproyecto de ley del aborto presentado por el Gobierno?
Todavía no sabemos lo que finalmente se publicará en
el BOE, después de toda la tramitación parlamentaria, pero si finalmente se
aprueba va a ser un paso adelante en la protección de la vida, de todos los
seres humanos, y también de todos los concebidos y no nacidos. El aborto deja
de ser un derecho y pasa a ser un delito despenalizado en determinados
supuestos. El problema es que mantiene el supuesto coladero de la ley del 85,
que es el riesgo para la salud psíquica de la madre. En mi opinión, no
establece controles efectivos para que ese supuesto no se convierta en un
coladero, como lo hizo en el año 1985. Por tanto, no va a reducir
significativamente el número de abortos en España.
¿Se muestran satisfechos con el Gobierno en este
aspecto?
Estamos muy satisfechos en cuanto a que cumple una
promesa electoral. El Partido Socialista aprobó una ley de barra libre de
abortos en 2010, y sin embargo no llevaba ese compromiso en su programa
electoral. El PP sí que se presentó en sus últimas elecciones con un compromiso
de modificar el marco normativo para avanzar en la protección del derecho a la
vida, así lo decía, y la realidad es que este anteproyecto, si se convierte en
ley, dará cumplimiento a ese compromiso electoral. Muchos votamos al Partido
Popular porque había asumido ese compromiso y otros. Según el número de
personas que nos hemos manifestado a favor de la vida, y también de lo que
dicen las encuestas, a la mayoría de los españoles no nos gusta la ‘Ley Aído’,
la del 2010, y queremos una ley que proteja el derecho a la vida, con más o
menos matices. En cualquier caso, supone un avance; otros países europeos nos
están mirando y comprobando que es posible avanzar en la protección del derecho
a la vida.
El anteproyecto ha suscitado divisiones y posturas
opuestas dentro del propio Partido, ¿piensan que será un problema para que se
tramite finalmente?
Si realmente el PP ha presentado ese anteproyecto es
porque quiere que se convierta en ley. Que finalmente sea igual, o por el
contrario no proteja tanto a la vida humana, no lo sabemos; si esos sectores
minoritarios del PP van a conseguir imponer su visión o si, por el contrario,
el ministro de Justicia va a conseguir que se mantenga o que se mejore.
Nosotros vamos a seguir movilizados en los próximos meses para tratar de
influir en el Gobierno y conseguir que el coladero desaparezca o quede
reducido. Por ejemplo, nos gustaría que en el riesgo para la salud psíquica de
la madre, el control no se realice desde el sector privado, sino que se realice
desde el sector público, por médicos de la Seguridad Social, o incluso nos
gustaría que no fuese un riesgo, sino que fuera un problema psicológico la
causa que permitiera que se realizara ese aborto.
¿Pensaban que Gallardón, a pesar de que la izquierda
tradicionalmente ha sentido más simpatía hacia él, sería el encargado de
impulsar esta ley?
A mí personalmente me sorprendió, desde el mismo
título de la ley: ‘Ley Orgánica para la protección de la vida del concebido y
de los derechos de la mujer embarazada’. Me gusta el proceso de información a
la mujer sobre lo que significa el aborto o los apoyos que puede tener si
decide seguir adelante con el embarazo, y que se establece, además, un
período de reflexión de 7 días. También debe de firmar un consentimiento
informado, por ejemplo, y responde a un planteamiento conceptual opuesto al de
la ‘Ley Aído’ de 2010. Incluye algunos elementos muy positivos y otros no tan
buenos, como el del riesgo de la salud psíquica de la madre, o la financiación
pública de los abortos.
¿Debería dar el PP libertad de voto a sus diputados
como han pedido algunos miembros, como Celia Villalobos, o debería ejercer su
mayoría?
A mí me gustaría que todos los diputados tuvieran
libertad de voto en todas las votaciones, pero la realidad es que,
principalmente los partidos mayoritarios, nunca dan libertad de voto a sus
diputados. Normalmente no votamos a todos los que van en la lista, sino al
cabeza de lista y al Partido. Ese régimen electoral ha hecho que el poder esté
en las cúpulas de los partidos políticos y se obliga a votar a los diputados en
un mismo sentido. De la misma forma que se implementan otras leyes, no se me
ocurre ningún motivo por el que aquí debiera ser diferente. Los ciudadanos
hemos votado unas siglas, hemos votado un programa y entiendo que los diputados
están también para apoyar ese programa.
Sin estar aprobada, ¿cuánto tiempo cree que le queda a
esta reforma?
Yo no sé quién va a ganar las siguientes elecciones.
Si gana el PP, va a mantener esa legislación; conforme pase más tiempo más
posibilidades hay de que esa ley se mantenga. Si en las próximas elecciones
ganara el Partido Socialista y tuviera una mayoría suficiente en el congreso,
ya ha anunciado que quieren derogarla. Yo espero que se mantenga el máximo
tiempo posible.
¿No cree que el consenso sería lo mejor para
garantizar el futuro de la Ley y que no se cambie con una posible rotación de
Gobierno?
Hay determinadas cuestiones que a mí me parecen que
tienen que ver con derechos fundamentales, como el derecho a la vida, que no
deben someterse al consenso, sino que deben aplicarse, sobre todo si están en
un programa electoral. Por lo tanto yo creo que el consenso en esta Ley
significa menor protección del derecho a la vida y mayor negocio para los
empresarios abortistas. No hay consenso posible en la medida que el PSOE, desde
hace algunos años, no desde sus comienzos, se ha convertido en un partido
profundamente abortista y que defiende los intereses económicos del negocio
abortista.
Algunos políticos como Elena Valenciano publicaban en
las redes sociales: “Vuelvo a Twitter porque si hay una causa por la
que no dejaré de luchar es la causa de las mujeres #AbortoLibre”. Mientras que para
algunos esto es progresismo, ¿cómo lo calificaría usted?
Me parece algo absolutamente retrógrado. Conceder el
derecho de matar a un ser humano inocente de una forma cruel y violenta no es
propio de una democracia y de una civilización avanzada. Es volver a la época
de los espartanos donde se permitía matar a tu propio hijo antes de nacer o
incluso algunos días o algunas semanas después, con niños que venían con algún
tipo de malformación. Lo más progresista es defender los derechos fundamentales,
y el principal, que es el derecho a la vida.
¿Qué le diría a una mujer que estuviera dudando si
abortar o no?
Le diría que la decisión de abortar no tiene marcha
atrás, es una decisión que le va a afectar profundamente su vida, que tiene
consecuencias negativas, y, sobre todo, que tiene el apoyo de toda la sociedad,
y mi apoyo, para seguir adelante con ese embarazo. No hay prácticamente ninguna
mujer que se haya arrepentido por seguir adelante con un embarazo, y sin
embargo sí hay muchas mujeres que sí se arrepienten de haber abortado.
¿Podría citar algún caso que le haya llamado
especialmente la atención?.
A finales de 2008 lanzamos la plataforma ‘Derecho a
Vivir’ y, al cabo de un tiempo, preparamos un tríptico donde explicábamos lo
que significa el aborto. Ese folleto, antes de salir de imprenta, lo cogió un
empleado y se lo llevó a su casa. Resulta que este chico, era un joven que
vivía con su novia, que estaba embarazada, y se habían planteado abortar. Ya
habían pedido la cita, incluso. Leyeron ese folleto y dejó de ir a trabajar
varios días. Cuando volvió, al cabo de una semana, le sancionó la empresa porque
no había ido, pero explicó a otro compañero lo que había pasado. Decidieron
seguir adelante con el embarazo. Se le echó a llorar en esa conversación y
finalmente nació ese niño. Fue una vida que se salvó, un niño nuevo, y una
madre que no se arrepiente de ello.
Si le informaran que su hijo nacerá con un problema de
malformación, ¿lo tendría?
Siempre. Yo no soy quién para matar a un hijo mío
porque tenga cualquier tipo de problema físico o psíquico. Yo creo que todas
las vidas tienen exactamente el mismo valor, que no hay unos estándares de
calidad a partir de los cuales existe el derecho a vivir y que la eugenesia es
algo que ya practicaron los nazis, y, gracias a Dios, en casi todos los países
occidentales, lo rechaza la mayoría de la población.
¿Cree que la gente que está en contra del aborto se
puede encontrar excluida de la sociedad?
Desde luego hay una corriente de pensamiento abortista
que ha llegado a una buena parte de la sociedad, no sé si a la mayoría. Es una
corriente de pensamiento que tiene que ver con el feminismo exaltado, con
entender que la maternidad es una carga para el desarrollo de la mujer. Y esa
mentalidad, que quizás no sea mayoría, sí que está muy presente en los medios
de comunicación, en las series de televisión y en las películas. A los que
defendemos el derecho a la vida se nos tacha de retrógrados en esa visión. Hay
una batalla desigual, en la que parece que tienen más peso los que defienden el
aborto.