lunes, 24 de marzo de 2014

El presidente de la transición recibe el adiós de su pueblo

Foto: Juan Carlos Gómez
El salón de los pasos perdidos del Congreso de los Diputados ha servido de encuentro para el primer presidente de la transición española con su pueblo. Adolfo Suárez ha unido a España una vez más y ha sacado el sentir de los españoles que han querido dar su último adiós a uno de los principales impulsores de la Constitución actual.

El cielo llora la muerte del líder de la UCD y deja caer débiles gotas a primeras horas de la tarde. Miles de personas guardan una fila kilométrica para dar su último adiós al hombre que supo permanecer en pié cuando la democracia se balanceaba.
Cada persona con una historia que contar. Cada corazón con un sentir. Pero todos con una imagen hoy en su mente, la del hombre que sembró en España las bases de la actual democracia y consiguió su estabilidad.
Y es que ni las condiciones físicas, ni la edad, hoy han sido un impedimento para decir adiós a Adolfo Suárez. Tras la larga cola de más de tres horas todos esperan para poder decir en unos segundos “Adiós presidente”.
“Nos mueve la pena”, asegura un matrimonio que ha venido desde La Puebla Nueva, en Toledo, para despedirse de uno de los padres de la democracia. “Tenía que haber 20 o 30 ministros como él”, añade el matrimonio.
Y es que si hoy se destaca algo en especial, ello es el compromiso vocacional que el primer presidente tuvo hacia su pueblo. Hoy no se entiende de edades y desde los más mayores hasta los más jóvenes le han querido rendir su pequeño homenaje.
Ese es el caso de Rubén y Maite, dos compañeros de Pamplona que esta mañana, estando en la universidad, han decidido venir a Madrid a visitar el ya cuerpo sin vida de Adolfo Suárez.
Las cuatro horas que han hecho de viaje los jóvenes no han sido impedimento para llegar hasta aquí. La ilusión ha sido su compañera de viaje. “Creemos que ha hecho mucho por este país”, asegura Rubén, satisfecho de haber llegado a Madrid, aunque sabiendo que aún le faltan más de tres horas para poder pisar la entrada del Congreso.
Y la fila avanza y avanza y las personas, que aguardan su turno con impaciencia, entablan conversaciones unos con otros haciendo de esas pocas horas un momento de unidad de los unos con los otros.
Aquel mensaje que dejó Suárez en la transición de unidad de un pueblo que salía de la dictadura franquista se puede ver reflejado en las filas que esperan para verlo por última vez. Diferentes signos políticos, disparidad de opiniones, pero un único pueblo: España.
A medida que se avanza en ese recorrido de ilusión con sabor a despedida las anécdotas se suceden. Dos hermanas de Las Siervas de María y Ministras de los enfermos recuerdan cómo se vivió el momento de la transición en el convento. “Vivimos el momento en el que estábamos con ilusión y esperanza desde el convento. Todas unidas”, dice una de ellas.
Ambas, que aseguran no tener color político, señalan que “el logro de Suárez fue romper con las divisiones de España”. En el mismo sentido, afirman haber vivido muy de cerca la enfermedad de su mujer y su hija, lo que les permitió acercarse más a él.
Claveles blancos y rojos, principalmente, colorean el paso hasta los pies del presidente. Sus portadores se impacientan a medida que suben la Carrera de San Gerónimo en dirección a la Puerta de los Leones.
Al fondo, brilla el silencio y reina la calma. El presidente yace en el medio del Salón de los Pasos Perdidos entre los españoles que vienen a su encuentro. Con ese silencio, Infoactualidad, como uno más, sale de la sale, y con una leve mirada hacia atrás dice: “Hasta siempre, presidente”.
Dicho esto, cada vida vuelve a su destino sabiendo que tras ellos queda el reflejo del que fue el primer presidente de la democracia y el hombre que supo dar a España el color de progreso y libertad.





domingo, 23 de marzo de 2014

El escaño de la transición vacío


Como una vela que se apaga. Como un libro que se cierra y que pone el punto final a su historia. Así, Adolfo Suarez, el personaje clave de la transición, ha dejado vacío su escaño, aquel en el que, como primer presidente de la democracia, intentó conquistar el centro y colocar a un país que venía de los años de “El Franquismo” en los aires de progreso y libertad.
Hoy, la calle que lleva su nombre en su localidad natal de Cebreros, Ávila, respira a tranquilidad. En ella está la casa que le vio nacer, la casa que fue de su abuela y que hoy, con la puerta cerrada, guarda tras ella los recuerdos del pasado.
Nadie por las calles de su pueblo tiene una palabra ofensiva para el fundador de la UCD. “Con una sonrisa conquistaba a la gente”, dice una vecina de la localidad a la vez que cuenta que cada vez que se acercaba al pueblo era uno más.
La familia del expresidente, que ocupó el cargo desde 1976 hasta 1981, es muy reconocida por los habitantes de este pequeño pueblo de 3.500 habitantes. A unos pocos metros de la casa donde nació, una vecina recuerda cómo la abuela de Suarez, conocida como “tia Josefa”, prestaba dinero a la gente. “Era una familia que funcionaba bien. De hecho, tenían el único teléfono que había entonces en la zona. Pero destacaban por su solidaridad”, explica a Infoactualidad desde su casa.
A unos pocos metros se encuentra el museo dedicado a su figura, inaugurado en 2009. Al dar unos pasos en él se escucha la canción “Libertad sin ira” y pronto se puede descubrir el ambiente en el que el entonces candidato luchó por ganar aquellas primeras elecciones presidenciales de la democracia española.
En el pueblo recuerdan con entusiasmo aquella campaña en la que Adolfo, como muchos le llaman, no perdió la oportunidad de ir a su localidad natal a pedir el voto. Para los vecinos, los ideales ya entonces los tenía muy claros. “La tarea, hoy como ayer, se sigue llamando España. La ilusión, como siempre, es hacerla digna en su sentido nacional, próspera en lo económico, justa en lo social y habitable con honor para todos. Vamos a intentarlo juntos”, pronunciaba Suárez durante su primer mensaje al pueblo español en 1976.
Y si el pueblo supo tener claro ese mensaje, los españoles también. Aquel 15 de junio de 1977 las urnas le dieron la victoria. La plaza de Cebreros se unió a la marea de la UCD en España y celebró la victoria que los votantes habían dado a su paisano. Así lo recuerdan algunos vecinos de la localidad que participaron en ella.
“Puedo prometer, y prometo, intentar elaborar una Constitución en colaboración con todos los grupos representados en las Cortes, cualquiera que sea su número de escaños”. Aquel mensaje con el que había cerrado la campaña se convirtió en su más ansiado reto, y quizás fuese también una de las causas de su debacle, al intentar unir polos ideológicamente opuestos. Pero lo cierto es consiguió unir a los diferentes partidos con representación y dar forma a la que sería la Constitución de 1978.   
Hábil, generoso e inteligente, se valió de su instinto político para establecer las bases de una sólida democracia. La valentía le llevó a saber cuál era sitio. “Deseo para España y para todos y cada uno de ustedes y de sus familias, un futuro de paz y bienestar. Esta ha sido la única justificación de mi gestión política y va a seguir siendo la razón fundamental de mi vida”, dijo el 29 de enero de 1981, consciente de que había llegado el momento de abandonar su puesto.
Pero el ¡Quieto todo el mundo! de Tejero se cruzó en su camino y amenazó con derrumbar los esfuerzos que había realizado este político que aún no había cumplido los 50 años de edad. Suárez no estaba dispuesto a ello. Y demostró el atributo vocacional de su profesión al permanecer en su escaño del Congreso de los Diputados, mientras era asaltado por los golpistas.
El Rey Don Juan Carlos, en reconocimiento a su labor durante la transición le otorgó el título de Ducado de Suárez. Su trayectoria política en ese momento deja el primer plano y, tras dejar la UCD, funda el CDS, donde permanecerá hasta 1991.
“La transición fue, sobretodo, a mi juicio, un proceso político y social de reconocimiento y comprensión del distinto, del diferente, del otro español, que no piensa como yo,…y que, sin embargo, no es mi enemigo sino mi complementario”. Con este discurso recogía en 1996 el Premio Príncipe de Asturias a la Concordia.
Pero a medida que la transición se iba consolidando, el corazón de Suárez se iba apagando al ver cumplida su misión. Su última aparición en público, en el año 2003, se produjo con el objetivo de apoyar la candidatura de su hijo, Adolfo Suárez Illana, a la presidencia de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha por el Partido Popular.
La enfermedad pronto le hizo olvidar que había sido presidente, que su entrega había guiado a todo un país unido hacia la democracia. Pero, para entonces, ya había logrado que fuera un país entero el que no le olvidara.
Desde el museo que se lleva su nombre en Cebreros se observan los carteles electorales, las urnas, los símbolos de la democracia. Pero en ese ambiente, se puede encontrar el sillón del escaño de Suárez vacío. Él ya no está. Se ha marchado. Pero tras él está su rostro y una frase: “puedo prometer y prometo…”. Suarez prometió marcar la ruta de un país bajo la unidad y, con su promesa hecha, el sillón de la transición ha quedado vacío al ver culminada su obra.







martes, 11 de marzo de 2014

Lucas Fernández: "En el mundo de la cartelería hay que proponerse un reto cada segundo"


Con poco más que papel y cartulina, Lucas Fernández, delineante talaverano y aficionado al diseño gráfico, ha sabido buscar la creatividad y posicionar su cartel anunciador entre las fiestas más emblemáticas. Ahora expone su trabajo en su ciudad y muestra así la cara de niño que esconde la madurez de su obra.

Infoactualidad: Hasta el 15 de marzo un total de 17 carteles se exponen en la cafetería ‘Dolce Vita’, de Talavera de la Reina, ¿Qué se pretende hacer llegar al público con la exposición?
Lucas Fernández: La idea es que el público vea todo el trabajo desde el comienzo, desde que parte la idea. No sólo que vean el resultado final, que es lo que presentamos en los concursos. Queremos que tengan la sensación de tocar la pieza, que es real.
I.: Para este trabajo ha contado con la colaboración de Alberto Torres y Laura Farelo…
L.F.: Este trabajo lo hemos desarrollado los tres. Cuando hacemos cada cartel, yo busco toda la información, hago un boceto, se lo paso a Laura y vemos el material que vamos a utilizar y el tipo de técnica. Luego yo soy el que lo doy forma. Una vez que está todo formado se lo pasamos a Alberto, que es el que hace la fotografía para poder conseguir luces y sombras, que es lo que nos interesa. Luego lo pasamos a un formato digital que es lo que nos ayuda a meter el texto, el logo y todo aquello que sea necesario. Ese resultado es lo que presentamos al final al concurso.
I.: Desde 2008 que se involucró en el mundo de la cartelería ya son más de 200 los carteles que ha diseñado, ¿Qué siente por este mundo?
L.F.: Es algo que me gusta mucho porque te da la posibilidad de mostrar ideas que igual la gente no podría llegar a entender, pero que gracias a una imagen se puede llegar a conocer.
I.: ¿Cómo ha cambiado su visión profesional desde 2008 hasta ahora?
L.F.: Nosotros hemos notado un progreso total. Ya tenemos alguna experiencia y, sobretodo, no dejamos de investigar en técnicas nuevas. No solo en cuanto al papel y a la cartulina, sino en otros materiales. Incluso a la hora de trabajar en material no dejo de practicar con la ilustración. Hay que tocar todos los campos y poder llegar a  toda la gente, porque no todos van a apreciar un tipo de cartel. Unos a lo mejor van a entender un tipo de cartel y a otros les va a resultar más difícil.

I.: ¿Cuánto tiempo le ha llevado preparar esta exposición?
L.F.: Hemos estado trabajando durante más de tres semanas en la exposición. Nos ha costado más al tener que montar piezas originales. Teníamos que buscar un formato para protegerlas, pero que fuera palpables. He necesitado ayuda de muchas personas. Los marcos, por ejemplo, están hechos de madera, a mano, por un familiar. Gracias a ello hemos hecho un formato más grande y que pueda protegerlas mejor.
I.: ¿Cómo le surgió la idea de la exposición?
L.F.: El dueño de la cafetería, Andrea Conte, nos pidió material para exponer. Teníamos material guardado, pero no habíamos pensado en hacer algo con piezas originales. En 2012 ya habíamos hecho una exposición pero queríamos hacer algo diferente y más vistoso, más atractivo, y que la gente lo entendiera mejor. La otra exposición gustó mucho; presentamos piezas de todo tipo, desde el papel y la cartulina, hasta ilustración digital. Pero ahora queríamos hacer algo más vistoso y atractivo.
I.: ¿Se trabaja mucho esta técnica en España?
L.F.: La verdad es que no se trabaja mucho. Es difícil encontrar material en plan manual, pero como partes del papel y la cartulina que es muy accesible, solo hay que echarle imaginación y ver los detalles de la técnica para que no te de problema, pero en España no se han hecho muchos trabajos de este tipo.
I.: Cuando lo único que se tiene delante es un papel y una cartulina, ¿De dónde se saca la imaginación para crear la obra?
L.F.: En este tipo de creación vas un poco condicionado por lo que te pide el concurso y el jurado. Con eso tienes que reunir todos los elementos e intentar dar una visón un poco más original y novedosa, pero este tipo de técnicas ayudan bastante.
I.: Para hacer una creación de este tipo, ¿hay que ser un adulto o hay que ser un niño?
L.F.: No hay que dejar de ser un niño. Hay que pensar con la imaginación desde cero, no puedes perder esa inocencia y ese punto infantil porque entonces no lo vas a transcribir, o plasmar en el papel. Tiene que ser un proceso desde un poquito más niño, hasta la madurez de la creación, que es cuando le tienes que dar el toque de adulto. Tienes que partir con la imaginación, y los niños son los que tienen toda la imaginación.
I.: ¿Hay alguien que le sirva de inspiración o de referencia?
L.F.: Yulia Brodskaya es una referencia, pero no me guío por lo que ella hace. Sí que sigues un poco sus técnicas, pero normalmente partes de la información que te da el concurso, intentas buscar lo que se ha hecho antes ver el estilo.
I.: ¿Cómo surge esa chispa?
L.F.: Muchas veces tienes que jugar con la improvisación. Hay ideas que vienen solas; lo mismo tomando un café, que en una biblioteca. Yo tengo siempre tres libretas. Cuando te viene la idea del boceto tienes que desarrollarlo enseguida porque si no lo pierdes. Yo, en teoría, trabajo en casa, por la noche, que es cuando estás más relajado. A veces me pongo música relajada para concentrarme, música ambiental. Hay veces que lo contrario; cuando la idea no sale escucho otro tipo de música.

I.: ¿Qué le encantaría anunciar?
L.F.: Hay festivales buenos que siempre me gustaría anunciar como el festival de Jazz de San Sebastián. También siempre quedan espinitas, como el Festival de Jazz de Talavera o las fiestas de Ermua, porque es la localidad de mi mujer.
I.: Si tuviera que hacer un cartel anunciando una buena noticia, ¿Cuál sería?
L.F.: Yo creo que muchas veces el cartel cuanto más simple sea más información te da. Con un detalle que hagas tienes que saber conectar con la gente. Mi cartel sería muy minimalista, intentaría resumir con un detalle todo lo que quisiera decir la noticia. Me gustaría dar una noticia buena en mi cartel, como el final de las guerras, o soluciones en investigaciones médicas como la cura contra el cáncer.
I.: ¿Algún reto por cumplir o alguna técnica por experimentar?

L.F.: Muchos. Yo creo que en este mundo de creaciones aprendemos constantemente. Hay que proponerse un reto cada segundo, y sobre todo no dejar de disfrutar. Tiene que ser un reto constante. 

“No podía decir a mi madre que había tenido una pistola en la cabeza o que estaba siendo maltratada”

Autor: Alejandro Alcolea
Autor: Alejandro Alcolea
Por su color carbón y sus ojos esmeraldas, la pantera negra ha sido el personaje central de algunas historias de terror. En esta historia, esta pantera, que no puede revelar su identidad como consecuencia del miedo que aún invade su cuerpo, ha tenido que hacer frente a una situación de maltrato durante once años. Tras mucho tiempo en el que ha intentado recobrar el negro pelaje que los golpes magullaron, ha vuelto a recuperar su fuerza felina y trata de ayudar a aquellas personas que se encuentran en su misma situación. 

Infoactualidad: Tras haber pasado por una situación como el maltrato, ¿Podría decir que lo ha superado actualmente?
Pantera negra: Sí, se puede decir que soy una superviviente.
I.: ¿Cómo se siente ahora mismo?
P.N.: Muy bien, la verdad es que salí hace cinco años de la situación de maltrato y lo que me hizo crecer fue la necesidad de ayudar a otras mujeres que estaban en la misma necesidad que la mía. Conseguí salir adelante después de una terapia gratuita de dos años, ya que no tenía recursos, porque no lo denuncié.
I: ¿Por qué no lo denunció?
P.N.: Por miedo. Yo estaba amenazada de muerte. Entonces sabía que en el momento en que lo denunciara era un hándicaps más para que me amenazara con una pistola o me diera un palo por la calle.
I.: ¿Es difícil denunciarlo?
P.N.: Es muy complicado. Primero tienes que asumir que eres una mujer maltratada. Eso hoy en día es más fácil, pero con todo y con eso cuesta asumirlo sobretodo si no tienes un maltrato físico abusivo. El maltrato más fuerte que hay es el psicológico, que es el que te machaca, que es además el previo al físico. Tú no sabes que estás siendo muchas veces maltratada. En muchos casos piensas que es una regañina de pareja. El maltrato psicológico llega a unos límites que ya no puedes controlar y cuesta mucho trabajo el darse cuenta que estás siendo maltratada.
I.: Es algo progresivo…
P.N.: Claro, ningún maltratador llega y el primer día te suelta una bofetada.
I.: ¿Cuándo empezó el maltrato físico?
P.N.: Al año, o una cosa así. Siempre empieza siendo psicológico. Hay una serie de cosas en la que te puedes dar cuenta que hay un maltrato. Dejarte sin amigas, dejarte aislado de la familia, cuando te dice “no te pongas esto”…
I.: ¿Cómo fue la primera situación de maltrato físico que sufrió?
P.N.: Después de una discusión, que puede venir de cualquier tema; desde haber movido un cenicero que no le gusta, o algo que te has puesto que no le ha agradado, e incluso si has mirado mal a alguna persona que ha pasado por la calle. Esa primera vez me puse un cinturón que no le gustaba y me pegó un puñetazo en el pecho. Me quedé un poco mal, pero luego te recuperas.
I.: En esos momentos ¿en qué se refugiaba?
P.N.: En el futuro, en pensar que algún día puedo salir de ahí, si no te mueres. En pensar qué iba a hacer cuando me fuera. Pensaba que lo peor que podía pasarme era que yo me quedara ahí para siempre. Sin embargo, aunque yo me quedara, sabía que mis hijos sí podrían marcharse. Ellos tenían a su padre, a su familia y tendrían su trabajo.
I.: ¿Tienen hijos en común?
P.N.: No, gracias a Dios no. Yo tenía dos hijos de mi relación anterior. Nosotros no estábamos casados, éramos pareja.
I.: ¿Y sus hijos veían toda la situación que había?
P.N.: Sí, lo que pasa es que no eran conscientes. Cuando no hay un maltrato físico, el psicológico es menos visible. Lo vivían de otra manera. Mis hijos eran más pequeños. Mi hija tenía 2 años, el niño tenía 9, pero aun así cuesta trabajo. El mayor se fue con mi madre al final y 10 años después yo me fui con la niña. En el 90% de las situaciones ellos no estaban delante. Sin embargo, me obligaba, por ejemplo, a castigar a mis hijos por orden suya.
I.: ¿El que no fuera él el padre influía?
P.N.: No, pienso que los maltratadores lo hacen igual. El maltrato era hacia mí y a quien quería hacer daño era a mí.
I.: ¿Llegó a maltratar a sus hijos en alguna ocasión?
P.N.: Psicológicamente sí, físicamente no.
I.: ¿El padre de sus hijos conocía la situación?
P.N.: Sí que lo sabía, pero no podía hacer nada. Además yo le pedí que se mantuviera al margen porque yo sabía el peligro que corría; era el primer amenazado.
I.: ¿Once años aguantando?
P.N.: En los primeros dos años y medio me fui siete veces de casa y volví. Con todo lo que ello implica; llévate hijos, llévate tus cosas… Las primeras veces volví por miedo, pero ya las últimas veces vuelves por dependencia emocional. Es como una droga. Tú caes tan bajo en la autoestima que en cuanto tienes un problema fuera él es el que te sirve de refugio. Es como cuando un alcohólico se refugia en la bebida. Tú eres una mierda y esta persona te dice lo que hay que hacer.
I.: ¿Cómo actuó su familia en todo esto?
P.N.: Al principio preocupados, pero claro, después de siete veces, piensan o que estás loca o que eres una mala madre. Yo en una ocasión tuve que dejar mi casa y a mis hijos con mi madre, porque él cambió de trabajo y se fue de ciudad y yo tuve que seguirle bajo amenaza de muerte. Sin poder decir nada tuve que dejar a mis hijos en un par de ocasiones, entonces la familia dice “esta tía está loca”. Cuando tú no lo dices es primero por vergüenza, parece una incongruencia, pero es así, y luego por miedo. En cuanto digas una cosa en contra de esta persona sabes que puedes…
I.: ¿Se ha sentido apoyada en su entorno?
P.N.: Sí, lo que pasa es que te queda tan lejano… Yo me quedé sin amigas, me quedé casi sin familia, porque te va aislando poco a poco. Y tú para que no pase nada y no le pase nada a tu familia no les cuentas nada.
I. ¿A quién fue a la primera persona a la que le dijo que era una mujer maltratada?
P.N.: No como tal. No llegas y le dices: “soy una mujer maltratada”. A mi madre le confesé una de las veces que lo estaba pasando mal. Lo dices de una manera que la gente se entere sin tu explicarlo del todo. Cuando yo realmente lo dije fue cuando fui a la psicóloga. A mi familia no le podía expresar todo lo que me estaba pasando. No podía decirle a mi madre que había tenido una pistola en la cabeza o que me había pegado.
I.: ¿llegó a tener una pistola en la cabeza?
P-N.: Sí.
I.: ¿Y de dónde sacó el arma?
P.N.: Él tenía armas, porque trabajaba con armas.
I.: ¿Era policía…?
P.N.: No… Él trabajaba en seguridad.
I.: En seguridad…
P.N.: Yo he sufrido todos los tipos de maltrato que pudiera haber. Desde el sexual, el físico, el económico… Eso para mí fue lo de menos. Era muchísimo más doloroso por ejemplo que al venir de la calle, en alguna ocasión, me bajara las bragas para ver si había hecho algo con alguien. Eso era más humillante que que te dieran un bofetón o que te echara la bronca por saludar a alguien por la calle.
I. ¿Hasta qué punto cree que le podría haber llevado el miedo?
P.N.: Hay mujeres que están siendo maltratada que le plantan cara al agresor, pero no son capaces de irse, ya que lo que les mantiene ahí es el enganche emocional. En mi caso no, porque él medía 1,90 y era como un armario empotrado, sabía que tenía todas las de perder.
I. ¿Pensó alguna vez en acabar con su vida mientras dormía?
P.N.: No, pero sí que pensaba algunas veces qué pasaría si no viniera. Muchas mujeres en la misma situación piensan qué pasaría si no viniera, o si le diera un infarto o se le cae una teja encima. Es una manera e liberarte de algo que no puedes escapar.
I.: ¿A pesar de todo le quería?
P.N.: No, es un enganche emocional. No estás enamorado. Te sientas y reflexionas que quieres salir de ahí y no sabes cómo. Yo decía que necesitaba que me cogiera una mano por la calle y desaparecer. Yo sabía que me podía encontrar en cualquier momento.
I.: ¿Era celoso?
P.N.: Sí, la mayoría de los maltratadores piensan que la mujer es su posesión y tienen que hacer lo que ellos te digan, a parte de los celos. Si actúan mal con una mujer ellos piensan que es porque se lo merece.
I.: Decía también que había abusado sexualmente de usted…
P.N.: No es que mantener relaciones con él fuera un abuso. Sino que cuando yo no quería tenía que obedecerle o hacerle lo que él quería. Al margen de tener relaciones sexuales todos los días con él, consentidas o no consentidas, yo vivía con él, nos acostábamos juntos… Pero al margen de eso había relaciones forzadas. “Tú vas a hacerme esto ahora mismo”. Sin preguntar si me apetecía o no.
I.: Después de todo lo que cuenta, ¿Era posible actuar con normalidad?
P.N.: No, yo tenía una calle, que era por la que podía ir a las compras, otra calle para ir al trabajo, que era su negocio. Yo estuve trabajando siete años allí, sin cotizar, sin cobrar, sin nada. Yo tenía mi ruta de vida y no me podía salir de ahí. Cuando él recibía visitas masculinas, algún amigo, algún compañero, yo me tenía que esconder en la habitación.
I.: ¿Cómo era él ante la gente?
P.N.: Él para la gente era un tipo extraordinario. El mejor vecino, el mejor amigo… La gente no pensaba que eso pudiera pasar en casa.
I.: Existe ese sentimiento de a ver si cambia…
P.N.: Claro, en una situación de violencia es así. Está la típica luna de miel, que se comporta contigo estupendamente. Y luego cambia, y es cuando viene el maltrato. Luego te pide perdón, o te hace un regalo. Si fuera siempre violento te irías. Es como la droga, te pone su chute y te sienta muy bien. Es como una ola, hay una etapa en la que está todo fenomenal y tú piensas que si ahora está bien a lo mejor cambia. Pero siempre vuelve el maltrato, siempre. A veces se oye a algunas mujeres maltratadas decir que lleva una semana genial con su marido, pero se sabe que va a venir después el batacazo y va a ser otra vez igual.
I.: ¿En qué momento se decide poner fin a la situación?
P.N.: La media está en 10 años u 11 años, según las estadísticas, para que una mujer de el paso.
I.: Una vez que rompió con la situación, ¿Le costó mucho volver a la vida normal?
P.N.: Sí, estuve dos años con terapia. La psicóloga me daba pautas para tener mi tiempo de ocio. Para mí era inconcebible que tuviera dos horas para comprar. Cuando una mujer se tira 10 años con un hombre no es porque sí, es porque hay todo un proceso. El 90 por ciento de las mujeres acaban con un sentimiento de culpa.


I.: ¿Hay mucha ayuda por parte de la administración?
P.N.: No, hace cinco años si no denunciabas no tenías ayuda para nada. A mi me dieron por un Máster que había en la Complutense de psicólogas. Recibí dos años de terapia. Fue lo que me ayudó. Ahora las mujeres que no lo denuncian tienen algunos derechos más.
I.: ¿Considera posible que un maltratador se reinserte en la sociedad?
P.N.: Es muy difícil. Lo primero porque no reconocen que no son maltratadores. Ellos piensan que la mujer se lo merece. Reproducen a lo mejor conductas que han visto en su familia o que han normalizado una situación de maltrato.
I. ¿Existe un perfil general de la mujer maltratada?
P.N.: No, existe un perfil del maltratador, pero de la mujer maltratada no. Tenemos desde extranjeras, hasta profesoras de universidad, casadas con catedráticos…
I. ¿Catedráticos también?
P.N.: Sí, sí…
i.: ¿Y en ese caso lo denuncian?
P.N.: El caso que yo recuerdo hubo un divorcio. Pero es más difícil cuanto más estatus, porque cuanto más poder van a creer menos en la mujer.  

I.: ¿Continúa teniendo miedo actualmente?
P.N.: Hoy por hoy hago mi vida con normalidad, pero siempre queda algo ahí presente. Aunque no se puede bajar la guardia, ya que el miedo tiene su servicio. No tengo el miedo que tenía antes. A su lado tenía prohibido entrar a los bares y otras muchas cosas.
I: ¿Ha vuelto a saber algo de él?
P.N.: Supongo que estará con una nueva pareja, pero no sé nada. Sin embargo, él sabe ahora dónde vivo, sabe todo. Lo sé porque fue al trabajo de mi hijo y se lo estuvo contando. Este año por primera vez he dado la cara públicamente ante una televisión, o en un libro, que nos pedían un testimonio. Tras cinco años me he atrevido a dar el paso, pero jamás daré su nombre. Yo sentía miedo.
I ¿Ha tenido alguna relación después?
Sí, pero ahora me lo tomo más pausado. Mi vida la he enfocado a ayudar a otras mujeres que lo necesitan. Eso me ha ayudado a salir adelante. Sólo con poder haber ayudado a una me ha merecido la pena todo lo que he vivido. Yo cuando salí de allí no me lo creía, tenía pesadillas incluso. Mi hija tiene 21 años y lo ha vivido desde que tenía tres años. Ella ha estado en terapia hasta hace poco. Ha pasado toda su infancia y adolescencia muy mal. Ahora se empieza a recuperar. Yo desarrollé una paciencia increíble. Cuando veo los problemas de mis amigas me pregunto “¿eso de verdad os preocupa?”. Cada mujer tiene una historia diferente, pero casi todas son muy parecidas.





Eduardo Lurueña: “Nunca me rendí al creer en aquel sueño que tenía de niño por viajar al espacio”

Sus ojos azules reflejan la grandeza del firmamento, de un mundo en el que nada es imposible, en el que cada reto es un paso más hacia la superación. Pero en su corazón se refleja la nobleza de aquel sueño de niño que le llevaba a contemplar de noche las estrellas y pensar “algún día yo estaré allí”. Jamás abandonó ese sueño y hoy aquello ha sido la mecha que le ha impulsado para estar a punto de convertirse en el segundo español en viajar al espacio.

Infoactualidad: ¿Qué se siente cuando uno está a punto de viajar al espacio?
Eduardo Lurueña: No tengo palabras para expresar ahora mismo lo que siento, yo creo que cuando llegue el momento de viajar ya lo podré decir. Lo he soñado tantas veces, lo he imaginado tantas veces en mi cabeza, que es algo indescriptible. Cuando esté allí arriba y baje lo podré decir, pero hasta entonces no puedo expresarlo.
I.: ¿Qué preparación ha llevado a cabo durante este tiempo?
E.L.: Ha sido un año de preparación intensa. Teníamos que tener conocimiento de astronomía, un poco de ingeniería, astrofísica, una preparación física para soportar la Fuerza ‘G’, desenvolvimiento en medio hostil y mantener la calma en situaciones de presión. Ha sido un año de pruebas psicotécnicos, psicológicas, de personalidad, pruebas físicas, centrifugadora, montar aviones de combate… En definitiva, una aventura.
I.: ¿Tiene que seguir preparándose hasta el momento en que se produzca el despegue?
E.L.: Sí, ahora tenemos viajes en Rusia, en Holanda… Hasta que nos den la fecha tendremos que estar apretando los dientes para hacer bien estas pruebas.
I.: ¿Hay fecha ya para el viaje?
E.L.: En julio hacen unos test oficiales que obligan a nivel gubernamental, para lo que es la nave en el espacio. La Space Expedition Corporation ya tiene su nave, que mandan a la Estación Espacial Internacional, son los que mandan los suministros allí. Ya fuimos testigos de cómo el Falcon 5, su último cohete, daba allí los suministros. Están acabando unos temas de presurización de la cabina, pero ya tienen la tecnología puesta en el espacio, hacen los test en julio y nada más acabar nos ponen fecha para irnos para arriba.
I.: ¿Ya impaciente?
E.L.: (Risas) Deseándolo, la verdad es que como dice el refrán, no puedes explicar el color verde a un ciego. Es imposible expresar lo que estoy sintiendo ahora mismo. Estoy impaciente, pero sobretodo ilusionado. Merece la pena el esfuerzo y la constancia, la tenacidad.
I.: Lo de mamá quiero ser astronauta, pero a los treinta años, ¿Cómo incidió en su familia?
E.L.: Cuando era más joven estudié un poco de astronomía, mis padres me compraron, cuando era un niño, un curso de astronomía. Yo soñaba con ello y quién diría, lo hablo a veces con mi padre, que serviría para tener unos conocimientos más avanzados en esta rama, que me serviría junto al resto de conocimientos hoy para ir al espacio. Mi familia está acostumbrada a verme a superar retos. El haber quedado campeón del mundo en mi modalidad, hacer récord mundial, haber estado actuando en Estados Unidos…
I.: Ha sido campeón del mundo de artes marciales…
E.L.: He conseguido ocho títulos mundiales: dos mundiales de Kung-fu, dos de artes marciales, un Abierto de Estados Unidos, y tres medallas de oro en las olimpiadas de artes marciales; a parte de seis títulos de España y de otros campeonatos mundiales. Pero bueno, siempre lo veo como una manera de superar mi cuerpo, a través del entrenamiento de la mente, lo que me ha venido muy bien para convertirme ahora en astronauta. Por ejemplo, pelear como peleé hace dos años con los ojos vendados que es una auténtica locura
I.: El paso que está dando ahora lo hace con los ojos vendados, o tiene los ojos bien abiertos…
E.L.: Voy con los ojos abiertos, y bien abiertos. He estado entrenándome allí en la Nasa, que ha sido increíble. Nos presentamos más de un millón de personas de todo el mundo.  El haber estado con Buzz Aldrin, la segunda persona en pisar la Luna, que nos ha estado explicando lo que va a ser el viaje, que el tiempo pasa distinto, que un minuto allí es diferente que un minuto en la tierra. El haber aprendido con Buzz Aldrin es que te lo digo y ni me lo creo. La atmósfera termina a los 100 kilómetros de altura, pues desde los 100 kilómetros todo lo alto y todo lo lejos que se pueda llegar mejor. Todo lo que nos acerque a la luna, bienvenido sea.
I.: ¿Cómo se enteró de la competición, impulsada por Axe Apolo?
E.L.: Salió en la tele. Yo recuerdo unos meses antes de esto que le decía a mi familia: “no sé ni cuando, ni como, pero sé que algún día voy a ir al espacio”. Y justo se presentó en la tele y dije aquí voy yo, algo dentro de mí me decía que lo iba a conseguir, según iba pasando prueba tras prueba. Aunque hay que reconocer que ha habido mucha gente muy bien preparada; había gente de la Agencia Espacial Europea, deportistas de alta competición... Gente con una preparación a nivel físico e intelectual brutal.  Y yo me preguntaba “cómo que ahí estoy yo con tanto genio”. Al final es la voluntad y la tenacidad, esa porción de alma que todos tenemos, lo que me ha llevado a lograrlo.
I.: ¿En qué consistirá exactamente su misión en el espacio?
E.L.: Yo iré de copiloto, además de poner a prueba la nave. Si va dando resultados poco a poco se iría bajando el listón para que el resto de civiles puedan ir al espacio. También en la parte de atrás de la nave se hacen experimentos científicos.
I.: ¿Cuánto tiempo estará allí?
E.L. Son vuelos suborbitales, parte de la información es un poco confidencial, porque hay otras compañías trabajando en ello también. Saldremos de la atmósfera a partir de 103 kilómetros de altura todo lo alto y lo lejos que se pueda. Sé que alcanzamos 3.500 kilómetros por hora para salir de la atmósfera del puerto espacial de Curaçao, en Brasil. Se despega, es como un caza de combate, pero con un tipo de cohete nuevo, no tiene demasiada gasolina, no es contaminante. La Space Expedition Corporation tiene tecnología de vanguardia. Tras ponerse en vertical y coger 3.500 km de altura, en unos pocos minutos te saca de la tierra. La reentrada es cayendo empicado soportando hasta casi ‘5-G’ de fuerza.
I.: ¿Cree que hay vida más allá de la tierra?.
E.L.: Puedo hablar en plan filosófico, por lo que pienso que sí; y en plan científico, solo por la probabilidad del millón de estrellas y galaxias que hay, por lógica, tiene que haber vida ahí fuera. Te contesto lo que me dijo Buzz Aldrin: “No descarta nada”. O sea que todo lo que vea ahí arriba, yo lo cuento.
I.: Si se encontrara alguien de otro planeta que le daría o le diría…
E.L.: Más que decirle le preguntaría y le pediría un poco de ayuda para solventar la situación que tenemos aquí en la tierra; los problemas, las enfermedades… Pensar en los problemas y en el bien de nuestro mundo.
I.: ¿Le daría una pieza de cerámica talaverana?
E.L.: Sí, (Risas) Todavía estoy viendo que puedo llevar en la nave de Talavera o de Castilla-La Mancha para tenerlo allí en el espacio en ingravidez y decir esto ha estado allí arriba. Plantar la bandera y decir lo hemos logrado.
I.: Este éxito ya le coloca en la cima mundial básicamente…
E.L.: Sí, pero yo no buscaba ni fama, ni dinero, ni nada; sólo buscaba cumplir ese sueño que tenía de niño de ir al espacio. Nunca me rendí de soñar por él. Yo creo que la diferencia que tenía yo con el resto de aspirantes es que jamás había perdido ese sueño, otro en cambio cuando crecen se olvidan de ello. Sólo con cumplir ese sueño me siento satisfecho.
I.: ¿Ya de pequeño jugaba a viajar al espacio?
E.L.: Sí, recuerdo estar tumbado en una silla en casa de mis abuelos y jugar como si fuera una nave de la guerra de las galaxias. Tengo un montón de recuerdos de mi infancia, de mi adolescencia. Recuerdo salir hasta hace poco mirar al cielo a las estrellas y decir: “quiero ir ahí arriba”. Y fíjate ahora va a ser cierto”.
I.: Va a ser cierto, pero además se convertirá en el segundo español en viajar al espacio…
E.L.: Sí, tras Pedro Duque, porque Miguel López-Alegría tiene nacionalidad americana, se crió y estudió en Estados Unidos. Habiendo estudiado, habiendo crecido, habiendo partido las raíces totalmente de España soy el segundo astronauta español y el primer civil en pisar el espacio. Yo creo que ser el primer civil es algo muy importante porque abre la puerta a que tú, a que yo, a que todos los que están viendo ahora esta entrevista, puedan ir al espacio algún día.
I.: ¿Cree que ello será posible?
E.L.: Sí, porque habiendo visto todo desde dentro, no se puede luchar contra el avance científico. De aquí a 10 o 15 años va a haber una revolución. Igual que el avión hace un siglo parecía una cosa de locos, en 100 años va a ser algo normal viajar al espacio. Yo confío y tengo fe en la humanidad en que todos podamos conocer las estrellas.
I.: Tras haber superado casi ya los límites de la gravedad ¿Qué otros suelos le quedan ya por cumplir?
E.L.: Ahora mismo voy a publicar mi primer libro, de cómo a través del entrenamiento mental se puede conseguir cualquier cosa en la vida. Incluso empecé a escribirlo antes de todo esto. A pesar de haber conseguido mis estudios universitarios, el haber actuado en EEUU, el haber peleado con los ojos vendados, haber sido campeón del mundo varias veces, el haber sido capaz de romper ladrillos con un dedo… Enfocando bien tu mente se puede conseguir lo más imposible. En este libro cuento un poco las bases para conseguirlo. Se está traduciendo al Chino al inglés y al Francés. Se llama ‘La Magia de lo Real’ y que saldrá en Marzo. Han colaborado médicos, biólogos, científicos. Ha sido algo muy especial y me gustaría que la gente lo leyera. Ver que todo lo que se busca en la vida está al alcance de la mano. A mí cuando me decían que nadie lo había hecho, yo decía, voy a ser el primero en hacerlo
I.: ¿Dónde se encuentran los apoyos para decir voy a hacer lo que nadie ha hecho?
E.L.: Parte de la vida es el fracaso, es decir cuando te caes. Cada error te ayuda a madurar. Es escalar una montaña cada vez más alta. Teniendo a familia, o amigos, ello te anima a luchar. Aunque sea una única persona la que cree en ti, solo por eso habrá merecido la pena. También quiero hacer alguna expedición. Me gustaría unirme a Diego Cortijo. ¿Por qué no acompañarle en alguno de sus viajes? Y, ¿quién sabe?, en expediciones, Marte cada día está más cerca.