En la
primera mitad del siglo XX, el psicólogo industrial Douglas McGregor enunció
dos teorías sobre el comportamiento humano en la empresa. Por un lado, la
Teoría X parte de la base de que el ser humano tiende a una evasión del
trabajo. En el lado opuesto, y bautizada como Teoría Y, se muestra aquella
explicación que sugiere que el hombre identifica el trabajo como algo natural y
el ser humano tenderá por tanto a la superación personal.
Ambas
teorías representan puntos extremos en el comportamiento humano, pues ningún
empleado tenderá en la totalidad hacia una u otra. La mejor vara de medir para
el empresario debe ser aquella que mejor se amolde a cada empleado, de forma
que incentive su propio afán de superación individual.
Con
esta explicación nos situamos más allá del umbral que cruza el tercer milenio.
La crisis económica, que arrancó en 2008, afecta en gran medida a la situación
del trabajador y las clases medias. El paro o la supresión de incentivos por
parte del empresario o el gerente de la empresa han afectado duramente a la
clase trabajadora.
Parece
que algunos empresarios en los momentos más duros se basan en el aspecto
negativo que resalta la Teoría X sobre el trabajador. Se tiende a utilizar la
crisis como excusa para reducir los incentivos al empleado y se rompe, en
muchos casos, ese equilibrio entre los dos puntos extremos que propone
McGregor. Sin embargo, ese ejercer el control sobre el empleado a toda costa,
no está bien visto por los economistas, que piensan, en muchos casos, que se
merma la capacidad emprendedora e incentivadora del trabajador.
También
la visión de las empresas públicas y las empresas privadas guardan cierta
disparidad. El último trimestre de 2012 cerraba filas con un absentismo laboral
mayor en la empresa privada que en la empresa pública. Es la primera vez en
España desde que el INE elabora el registro que la empresa privada supera a la
pública en absentismo. Esto hace plantearnos la forma en que las empresas
cambian su mano de medir al empleado. En el caso del sector público, la
pregunta sería si las condiciones económicas adversas perjudican o merman
los incentivos al trabajador ó si en los momentos mejores reciben un exceso de
incentivos sobre el control que se debe ejercer sobre el empleado.
Tanto
la teoría X y la teoría Y representan puntos extremos en cuanto a la forma de
considerar al empleado. En mi opinión, bajo el equilibrio de ambas está el
progreso de una empresa. Ni la crisis económica, ni las situaciones adversas
deben ser una excusa para reducir los incentivos empresariales; pues está en
ellos el progreso y el éxito empresarial, que será la obtención del máximo
beneficio de forma lícita.
En la primera mitad del siglo XX, el psicólogo industrial Douglas McGregor enunció dos teorías sobre el comportamiento humano en la empresa. Por un lado, la Teoría X parte de la base de que el ser humano tiende a una evasión del trabajo. En el lado opuesto, y bautizada como Teoría Y, se muestra aquella explicación que sugiere que el hombre identifica el trabajo como algo natural y el ser humano tenderá por tanto a la superación personal.
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